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Lengua y economía. Mercado de intercambios simbólicos y consumo de productos lingüísticos en euskera, por Benjamín Tejerina


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Durante el franquismo la represión que se ejerce sobre el euskera en la escuela, el cuestionamiento de la cultura euskaldun que supone el pragmatismo de la burguesía, el proceso de altera­ción estructural que produce la industrialización, la urbanización y la llegada de inmigrantes, y la mayor presión cultural, administrativa y política del Estado Central, tienen como consecuencia más inmediata la pérdida del referente cultural euskaldun y "asimismo, la cultura rural progresivamente dominada y considerada como retrógrada o residuo ancestral, sufrirá la correspondiente crisis de identidad".

La crisis de la identidad colectiva es el resultado de los procesos de cambio y transformación que se producen en la estructura social de la sociedad vasca durante las décadas de los años 50 y 60. La crisis de dicha identidad es la crisis de la socie­dad misma, pero, sobre todo, de la definición social de dicha iden­tidad cultural como identidad cultural euskaldun, que se remitía a la estructura social de la sociedad tradicional, de la sociedad rural, donde todavía podía encontrarse la persistencia de la equivalencia entre identidad cultural y cultura euskaldun. Esta identificación entre sociedad, población y territorio euskaldunes se rompe bajo el impacto de la inmigración: "La inmigración que ya fue fijada como invasión disruptora en el nacionalismo originario, será al compás del desarrollo industrial una auténtica alteración física de la población potencialmente euskaldun. En los años sesenta las áreas euskaldunes de Guipúzcoa y Vizcaya contemplaban cómo sus núcleos urbano-industriales presentaban crecientes porcentajes de inmigración, procedentes de ámbitos ajenos a la cultura euskaldun, al mismo tiempo que se producían fuertes movilizaciones interiores, que parecían alterar sin precedentes una ecuación básica en la identidad vasca: la de población euskal­dun y territorio euskaldun" (Arpal et alii, 1982:44).

Será en este contexto de crisis de la identidad vasca, una vez devenga autoconsciente, cuando, paradójicamente, se plantee la necesidad de la recuperación cultural y lingüística. La ikastola, como institución que pretende la regeneración de la lengua y de la cultura vascas, se va a convertir en el referencial simbólico y práctico de realización de la cultura vasca. La presión política que se ejerce sobre la lengua, y cualquiera de sus mani­festaciones, contribuye a que el fenómeno no quede reducido al ámbito de lo educativo y de lo lingüístico sino que, muy al contrario, adquiera una dimensión política e ideológica que trasciende los límites del sistema educativo en una situación de normalidad. Entre 1960 y 1975 el número de ikastolas había pasado de 3 a 160, y el número de alumnos había pasado de 596 en el curso 1964-65 a 26.936 en el curso 1974-75.

A finales de los años 70 las ikastolas habían alcanzado una gran significación en la codificación cultural de la identidad colectiva, entroncando con la nueva definición del nacionalismo vasco y amplios sectores del nacionalismo tradicional, convirtiéndose en el 'reducto mítico de la identidad vasca': "En tanto la ikastola nacía de los euskaldunes, con sus solos medios, con posibles legitimaciones de las instituciones eclesiásticas tanto en su titularidad como en su profesorado o en las instalaciones, se presentaba como la respuesta -el reducto mítico- de la identidad vasca frente a la imposición extraña o al deterioro de las propias normas" (Arpal et alii, 1982:51).

Junto al impulso de las ikastolas, dirigido a la escolariza­ción en euskera de los más jóvenes, aparece la necesidad de alfabetizar a aquellos que conociendo la lengua vasca no pueden escribir ni leer en ella -la mayoría de dicha población, si tenemos en cuenta que el euskera ha permanecido, histórica­mente, al margen del sistema escolar-, y extender su conoci­miento a todos aquellos que la desconocen.

Esta iniciativa nace en 1966 bajo el patrocinio de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia. Esta promoción del euskera de contenidos lingüísticos y culturales, sin embargo, adquiere rápidamente una gran significación política que se irá desarrollando en medio de las convulsiones sociales y políticas de este período. Carecemos de datos directos que nos permitan evaluar objetivamente el esfuerzo realizado desde la segunda mitad de la década de los 60, pero no queda duda de su incidencia en la realidad social vasca, hasta el punto que llegó a marcar una generación, un momento importante de máxima demanda de la función participativa y de la función comunicativa de la lengua, que convirtió en imposible cualquier intento por satisfacer el deseo expreso de aprender euskera. (5)

El tercer indicador del renacimiento cultural es el creci­miento de la producción bibliográfica en euskera: de 25 libros publicados en el año 1960 se pasó a 154 en 1975, lo que supone un incremento del 616% en 15 años. A partir de la década de los años 90,  la publicación de libros en euskera se mueve en torno a 1.200 ejemplares anuales.

4. La intervención y la planificación de los años 80 y 90

De forma sintética, un balance de los cambios lingüísticos experimentados por el euskera en la Comunidad Autónoma Vasca presentaría las características que se muestran a continuación. En buena parte son el resultado de la intervención pública y la planificación lingüística. (6) El conocimiento del euskera se ha extendido en las dos últimas décadas. Uno de cada tres vascohablantes ha adquirido el euskera en este periodo. El conocimiento de euskera avanza en todas las Comarcas de los tres Territorios Históricos (Araba, Bizkaia y Gipuzkoa): el porcentaje de euskaldunes (vascohablante) se ha incrementado en 10 puntos porcentuales. El peso mayor de los nuevos euskaldunes está en el Territorio de Araba.

Los cambios de una generación a la siguiente también son notables. Mientras el porcentaje de euskaldunes se reduce en las edades más altas, se mantiene estable en las edades intermedias, y se recupera intensamente entre los más jóvenes.

La disminución del porcentaje de vascohablantes existente en la Comunidad Autónoma del País Vasco se produjo en las décadas centrales de este siglo como resultado de la presión social y política ejercida sobre el euskera en el marco de un régimen político no democrático, del abandono voluntario o forzado del euskera por parte de algunos euskaldunes fruto de la presión ejercida en el sistema educativo y cultural (un aspecto importante en este proceso de desapego por el euskera fue la ausencia o el bajo prestigio social de la lengua frente a otras alternativas), las migraciones internas de zonas rurales a urbanas y hacia el exterior, y el incremento demográfico que posibilitó la incorporación a la Comunidad Autónoma del País Vasco de significativos flujos de población durante las décadas de los años 50 y 60 que impulsaron el desarrollo industrial y económico vasco.

En los últimos años se ha mantenido la trasmisión del euskera de padres a hijos, aunque existen grandes diferencias territoriales ya que la mayoría de los que tienen el euskera como lengua materna residen en Gipuzkoa, mientras que los que residen en Araba no alcanzan al 3%. La reproducción familiar de la lengua es mayor cuanto mayor es el contexto euskaldun en el que se reside. Las pérdidas de vascohablantes se mantienen por debajo del 1%, mientras las incorporaciones de neo-vascófonos no han dejado de crecer.

El importante incremento de las personas bilingües no sería posible sin la contribución de la escuela a la enseñanza del euskera a las nuevas generaciones. El porcentaje de euskaldunes es significativamente mayor en la nueva generación que en la de los de mayor edad. Como resultado de la incorporación del euskera al sistema obligatorio de enseñanza seis de cada diez menores de 10 años son bilingües.

El cambio lingüístico que está protagonizando la nueva generación de los menores de 20 años se debe a la transmisión del euskera en el seno de las familias euskaldunes pero, sobre todo, a la contribución del sistema educativo en la producción de nuevos vascohablantes. El sistema informal de enseñanza y las ikastolas frenaron la pérdida del euskera entre los adultos, mientras entre los más jóvenes la generalización de los modelos lingüísticos en la etapa obligatoria de enseñanza es responsable de la existencia de uno de cada tres vascohablantes. La importancia de las prácticas lingüísticas de estos neo-vascófonos (7) es de la mayor significación para el futuro del euskera tanto porque en el futuro tendrán que decidir si transmiten o no el euskera como lengua materna a sus descendientes cuanto por su relevancia para que el uso del euskera alcance mayores cotas. La significación de este grupo de vascohablantes es realmente elevada en el caso de Araba y Bizkaia, mientras cuantitativa y cualitativamente se reduce en el caso de Gipuzkoa.

La progresiva incorporación del euskera al sistema educativo en general y a la Universidad del País Vasco ha contribuido a su presencia en los niveles más altos de la elaboración científica y cultural. El ámbito de la enseñanza de euskera a adultos ha experimentado un importante impulso como resultado de la colaboración entre el movimiento de recuperación lingüística, las organizaciones privadas y la Administración Pública.

El sistema educativo es el ámbito estratégico central sobre el que descansa la posibilidad de extensión del euskera para las próximas generaciones. El crecimiento constante de los modelos de enseñanza bilingüe (B) y euskaldun (D), y la reducción del modelo de enseñanza en castellano (A), puede interpretarse como una apuesta firme de los padres por las posibilidades del euskera, por el deseo de una situación lingüística normalizada y, en muchos casos, por un cálculo pragmático sobre el valor de cambio del euskera en el mercado laboral. No parece que las razones instrumentales, afectivas o políticas vayan a suponer un cambio inmediato en la sustitución progresiva del modelo castellano (A) por el euskaldun (D), más bien existen numerosos indicadores para poder afirmar lo contrario. Si observamos la evolución de dichos modelos lingüísticos en las dos últimas décadas, podemos mantener que la presión del bilingüismo se desplazará paulatinamente desde la educación infantil y primaria a la secundaria obligatoria y a la universidad, al menos en la enseñanza pública. El sector privado de la enseñanza se ha mostrado, hasta el momento, algo menos permeable que el público ante la euskaldunización.

Los colectivos de los neo-vascófonos y los neo-vascófonos parciales representan el futuro del euskera y la posibilidad cierta de su recuperación intensiva. De su respuesta a los estímulos sociales y políticos ante el euskera dependerá la progresión inmediata y la transmisión del euskera a las generaciones futuras, si damos por supuesto que los vascófonos y los bilingües de origen mantendrán su fidelidad lingüística hacia el euskera.

Los ámbitos de la intimidad resultan ser los lugares en los que los euskaldunes realizan un uso más frecuente del euskera. A medida que salimos de la familia y el grupo de amistades, la intensidad en la utilización del euskera se va paulatinamente reduciendo. Los espacios más institucionalizados y formales son los que generan mayores resistencias al uso del euskera.

Tanto si nos aproximamos a la utilización del euskera mediante información censal cuanto si lo hacemos a través de encuestas, las prácticas lingüísticas de los euskaldunes varían en función de cuatro variables: la edad, la habilidad y facilidad lingüísticas en el manejo del euskera, la densidad de euskaldunes en la familia y la densidad demolingüística de vascohablantes en el lugar de residencia. Los jóvenes hablan menos en euskera que los adultos y mayores, tienden a utilizarlo menos a medida que se posee menos facilidad que para expresarse en otras lenguas -menor habilidad equivale a menor uso-, se habla poco euskera en aquellas familias donde menos del 80% lo conocen y, finalmente, existe menos comunicación en euskera entre euskaldunes que residen en áreas geográficas donde menos de la mitad de la población es bilingüe.

Las características del proceso de recuperación del euskera y las condiciones estructurales del punto de partida son los límites sociales con los que tropiezan las políticas lingüísticas encaminadas hacia la consecución de una sociedad bilingüe. Los más jóvenes -neo-vascófonos en gran medida- utilizan menos el euskera que los adultos porque también son bilingües pero con un mayor grado de competencia en castellano. La habilidad diferencial para comunicarse en castellano les lleva a una economía lingüística que les aleja más y más del euskera en ausencia de otros incentivos personales o colectivos. Muchos de los neo-vascófonos no encuentran con quién hablar euskera en casa, ya que la mayoría de sus familiares son exclusivamente o mayoritariamente castellanohablantes, y cuando ello no sucede la costumbre y los hábitos lingüísticos hacen el resto. Además, la gran mayoría de los neo-vascófonos residen en áreas geográficas de claro predominio del castellano, por lo que resulta complicado mantener, o simplemente encontrar, un ambiente social euskaldun. En cualquier caso, competir con la presencia ambiental del castellano cuando previamente se han interiorizado las reducidas fronteras lingüísticas dentro de las que se mueve el euskera en buena parte de la Comunidad Autónoma del País Vasco resulta difícil y complicado.

A pesar de estas dificultades objetivas y subjetivas el futuro del euskera parece prometedor. Por primera vez en muchas décadas, el devenir de la lengua depende de las intenciones y tentaciones de la comunidad euskaldun y, de manera creciente, del colectivo de los neo-vascófonos, ámbito estratégico y privilegiado del cambio lingüístico merecedor de una profunda investigación científica en el futuro.

4.1 Mercado, valor, producción y consumo lingüísticos

En los dos apartados anteriores hemos visto algunas de las consecuencias de los tres aspectos que hemos señalado de las relaciones entre economía y lengua: la lengua como institución que genera hábitos, tipificaciones y objetivaciones lingüísticas entre los hablantes, la economía política del mercado lingüístico estructuralmente vinculado al poder económico y político, y la política económica de los agentes que promueven determinado tipo de prácticas e intercambios lingüísticos entre los actores sociales. A continuación analizaremos las relaciones entre valor, mercado y lengua, o, para ser más exactos, el valor de la lengua en el mercado.

La intervención pública mediante la planificación de los procesos lingüísticos ha supuesto una extensión significativa del conocimiento y uso del euskera, así como un cambio en las valoraciones sociales sobre dicha lengua. Dado que el valor económico de una lengua (la lengua como recurso económico) se produce por su posicionamiento en el mercado (8) voy a tratar de profundizar en estas relaciones.

Uno de los autores que mejor ha sabido retratar el mundo de las valoraciones de los objetos en la sociedad de consumo es Jean Baudrillard. Para Baudrillard los objetos de consumo pueden tener:

a) un valor de uso
b) un valor de cambio
c) un valor simbólico
d) un valor de signo – prestigio social

Una cosa es el uso y otra, muy distinta, el valor de uso. Mientras el uso remite a la manipulación de los objetos, de las cosas, de la lengua y, por lo tanto, en este sentido todas las lenguas son similares, el valor de uso depende de otros factores como la utilidad comunicativa, su facilidad, su escasez o rareza, su belleza, etc. Valores que pueden variar de un contexto social a otro, de un grupo a otro, de un momento histórico a otro. Con carácter general, podemos afirmar que a mayor uso de una lengua se corresponde un incremento en la posibilidad de encontrar un valor de uso más elevado, así como una valoración más positiva de su conocimiento y utilización.(9)


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