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Este marco funcional de referencia
podría constar de los siguientes cinco apartados que a su vez comprendería multitud de
indicadores: (9)
a. Contexto
(población total y año a año; PIB por habitante; relación de la población con la
actividad económica; población inmigrante y su edad...);
b. Recursos (gasto
público en promoción del uso del euskera; Proporción de población activa empleada como
agente de normalización lingüística (profesores, técnicos de euskera, traductores,
intérpretes, periodistas...);
c. Desarrollo
legislativo y programas sectoriales de actuación (porcentaje de alumnos del sistema
educativo vasco por modelos lingüísticos (A, B, D, X) y por etapas educativas, según la
titularidad (público/privado); presencia de la música cantada en euskera en las
emisiones; difusión (en términos de número de ejemplares editados) en la prensa local y
regional (gratuita) con indicación del porcentaje de noticias en euskera...);
d. Procesos
(número de administraciones, de centros educativos o de empresas con planes de
euskera...);
e. Resultados
(transmisión intergeneracional del euskera, incluida la familiar, por edades; uso del
euskera en ámbitos informales y formales...).
Es difícil
determinar el número de indicadores que deben integrar un sistema por lo que es muy
importante fijar criterios para la selección de los mismos, (10) a saber:
Relevancia
y significación: los indicadores deben aportar información significativa sobre aspectos
relevantes de la política lingüística.
Inmediatez: los
indicadores deben facilitar una idea rápida y global de la situación sociolingüística
y de la política lingüística, ofreciendo sus rasgos más característicos de forma
sintética.
Solidez
técnica: es decir, validez y fiabilidad.
Viabilidad:
implica la obtención y cálculo factible de los indicadores, tanto en términos de la
información que se necesita como de su coste.
Perdurabilidad:
supone la estabilidad temporal de los indicadores calculados, de modo que se asegure la
posibilidad de estudios longitudinales de la situación sociolingüística y de la
política lingüística.
Selección
consensuada: el proceso de selección de indicadores es siempre difícil, puesto que
obliga a poner de acuerdo puntos de vista no necesariamente coincidentes y prioridades
diferentes. Es fundamental que dicho proceso esté regido por la búsqueda del consenso.
3. Principales resultados
Dicho esto,
procedemos a continuación a presentar las principales conclusiones de los estudios
sociolingüísticos de la Viceconsejería de Política Lingüística. Estos estudios
presentan una situación muy compleja y cambiante caracterizada por:
Cambios
profundos en la estructura de nuestra población fruto de: a) una pérdida de
población muy importante provocada por el brusco descenso de la natalidad (la pérdida
entre los más jóvenes es realmente espectacular) lo que provoca, simultáneamente, su
acelerado envejecimiento; b) y de la progresiva incorporación de inmigrantes que
se va a intensificar todavía más durante los próximos años.
Profundo cambio
cualitativo del colectivo de euskaldunes motivado por la progresiva sustitución de
euskaldunzaharras (11) consecuencia directa de la masiva
incorporación de bilingües jóvenes para quienes el euskera es su L2 (entre los más
jóvenes, los euskaldunberris (12) superan ya a los
euskaldunzaharras). Ambos colectivos son cualitativamente muy diferentes tanto desde el
punto de vista de su dominio o facilidad relativa a la hora de expresarse en euskera o
castellano como desde el punto de vista de la densidad de euskaldunes que hay en sus redes
de relaciones familiar, social (y laboral), lo que condiciona enormemente sus respectivos
usos lingüísticos.
Son precisamente
estas profundas transformaciones que están sucediendo simultáneamente las que dificultan
que el enorme incremento de bilingües así como el ligero aumento del uso del euskera por
edades, sean más perceptibles en el conjunto de nuestra sociedad. En cualquier caso, a
continuación presentamos en titulares que intentaremos desarrollar posteriormente,
algunos de los rasgos que caracterizan la evolución sociolingüística de nuestro país:
La mayoría de
la población apuesta por la acción positiva en favor del euskera, lengua minoritaria y
minorizada.
El avance en la
transmisión intergeneracional del euskera es espectacular gracias a la incorporación de
decenas de miles de nuevos hablantes fruto de la euskaldunización del sistema educativo
vasco.
La transmisión
familiar del euskera es casi plena. A pesar de ello el porcentaje de personas cuya L1 es
únicamente el euskera se mantiene prácticamente estable sobre la población total aunque
aumenta ligeramente si se suma a quienes tienen como L1 el euskera y el castellano, las
dos lenguas simultáneamente.
El uso del
euskera (sobre todo, en los ámbitos de uso más formales pero también en los ámbitos de
uso informales) está aumentando pero diez años más tarde y en menor medida que su
conocimiento. A pesar de ello, las personas que se expresan habitualmente en euskera son
minoría en todos los grupos de edad (casi nunca superan el 25%) si bien hay notables
diferencias en función de la edad: entre los más mayores, esto es, entre los nacidos
antes de 1937, apenas hay diferencias entre quienes se expresan en euskera, quienes saben
hablarlo correctamente y quienes la tuvieron como L1, sólo o juntamente con el
castellano; en cambio, entre los más jóvenes, esto es, entre los nacidos después de
1977, quienes hablan habitualmente en euskera son algunas pocas personas más (es el
único tramo de edad en que el uso supera ligeramente la barrera del 25% de la población)
pero, aunque resulte paradójico, son el doble de quienes lo adquirieron como su primera
lengua y sólo algo más de la mitad de quienes lo saben hablar correctamente.
Como decíamos
anteriormente el avance en la transmisión intergeneracional del euskera es espectacular:
mientras que en 1981, los castellanos monolingües duplicaban e, incluso, triplicaban a
los euskaldunes, mejor dicho, a los bilingües en todos los grupos de edad; 15 años más
tarde, entre los jóvenes menores de 25 años, son los bilingües quienes superan e,
incluso duplican, a los castellanos monolingües pero, como ya hemos señalado
anteriormente, el brusco descenso de la natalidad impide que este aumento de bilingües
tenga un mayor reflejo en la población total.
No obstante,
debido a que la incorporación de jóvenes bilingües obedece, básicamente, a la
euskaldunización del sistema educativo, sólo la tercera parte de los bilingües se
expresan en euskera con mayor fluidez, destreza o facilidad que en castellano. Así pues,
el peso de los neovascófonos entre los bilingües es cada vez mayor y este cambio
cualitativo tan importante repercute directamente en el uso del euskera puesto que las
condiciones objetivas para que se expresen habitualmente en euskera son, en este caso,
bastante más desfavorables. Por tanto, urge la puesta en marcha de programas específicos
que permitan a estos jóvenes bilingües reforzar su competencia lingüística adquirida
en la escuela evitando así el riesgo de que, una vez fuera de ella, la pierdan. En este
sentido, es preciso articular refuerzos sociales adicionales de carácter sentimental y
afectivo (el amor, la aprobación y la consideración de la familia, de los semejantes y
de otras personas significativas de todas las generaciones y a distintos niveles de
intimidad) o de carácter instrumental o práctico (premios, cargos y ocupaciones y otras
pruebas tangibles de éxito y realización que son debidamente valorados por la sociedad)
que permitan que estas destrezas y aprendizajes arraiguen y se vuelvan auto sostenidas y
de operatividad autónoma.
Desde el punto de
vista de la movilidad lingüística, cabe subrayar que, en la CAV, las incorporaciones al
euskera son muy superiores a las pérdidas (éstas se han minimizado enormemente); que en
Navarra, las incorporaciones superan ligeramente a las pérdidas; y que, por el contrario,
en el País Vasco Norte, las pérdidas superan, con creces, a las incorporaciones. Ello es
fiel reflejo de las políticas lingüísticas vigentes en cada uno de los tres territorios
(pdf 40KB).
Por otro
lado, la mayor parte de los bilingües de la CAV se expresan principalmente en euskera, o
en euskera y en castellano, no sólo en su familia sino también en la comunidad próxima
(amigos, compañeros de trabajo, sacerdote) e incluso en los ámbitos de uso más formales
(banco, ayuntamiento), salvo en los servicios de salud. El uso del euskera está
aumentando sensiblemente estos últimos años (13) en todos los ámbitos de uso
analizados. Ahora bien, las personas que se expresan habitualmente en euskera que son, en
cifras absolutas, cada vez más, son, porcentualmente, cada vez menos con respecto al
colectivo de euskaldunes pero, al mismo tiempo, cada vez más con respecto a la población
total, lo cual es consecuencia directa del enorme incremento de bilingües cuya primera
lengua no es el euskera en nuestra sociedad.
En definitiva, el
perfil del colectivo de los euskaldunes está experimentando una transformación tan
radical que las tradicionales señas de identidad de dicho colectivo (euskaldunes son
quienes tienen el euskera como su primera lengua, lo saben hablar correctamente y lo
hablan habitualmente en su casa y / o con sus amigos) son cada vez más difícilmente
reconocibles (cada vez son menos los euskaldunes cuya primera lengua es el euskera y cada
vez más los que no se expresan habitualmente en euskera). Así pues, ¿no estaremos a las
puertas de un cambio de la norma social imperante que hasta el presente ha garantizado,
entre los euskaldunes, un uso predominante del euskera en ámbitos de uso tales como la
familia o los amigos, en definitiva, una situación de diglosia que ha posibilitado su
pervivencia a lo largo del tiempo?
Por lo que
respecta a los factores que condicionan el uso, los análisis efectuados a partir tanto de
las encuestas sociolingüísticas
(pdf 51KB) como de los censos (pdf 162KB), muestran
claramente que son la densidad de euskaldunes de la red de relaciones y la competencia
lingüística relativa en la primera y segunda lengua las que tienen una mayor incidencia:
Para garantizar
un uso predominante del euskera en el hogar se requiere que la densidad de euskaldunes, en
el mismo, supere el 80%.
En el hogar, el
uso de quienes tienen el euskera como primera lengua es diez veces superior al de quienes
son bilingües de origen y más de veinte veces superior al de los neovascófonos.
Los mapas
sintéticos de los municipios de la CAV (Vitoria-Gasteiz
(pdf 68KB); Bilbao (pdf 100KB); Donostia-San
Sebastián (pdf 71KB), superiores a los 10.000 habitantes, por barrios muestran que el
avance del euskera es un hecho, desde el punto de vista del incremento de la densidad de
euskaldunes en las redes de relaciones sociales, pero muestran también que este
incremento de la densidad, hoy por hoy, es insuficiente y no llega al nivel umbral
necesario para garantizar un uso social más generalizado.
Para finalizar,
vamos a presentar una visión panorámica de la transmisión intergeneracional del euskera
especificando claramente la aportación de la transmisión familiar. |