1976, politólogo, periodista freelance
El próximo 7 de marzo se celebran elecciones legislativas en Irak. Entre el 13 de diciembre de 2009 y el 5 de enero de 2010 viajé por el país por encargo del ICIP (Institut Català Internacional per la Pau). Tras aterrizar en Basora, recorrí Rumeitha, Najaf y Bagdad para encontrarme con sindicalistas, estudiantes, profesores, vendedores de ropa, un alcalde, un gobernador, generales, un herrero o el padre de un nadador sunita que salvó la vida a siete peregrinos chiítas antes de morir ahogado en el río Tigris. Me limité a preguntar sin prisas. Comer, beber té y charlar, escuchando. Sin complejos. Historias y enfoques que no eran necesariamente los que buscaba ni los que quería traer de vuelta a casa. Los que salieron a encontrarme. Pequeñas resistencias.
Surgen maneras alternativas de practicar el periodismo. La prensa escrita, la televisión, la radio, el video, la fotografía e incluso la literatura coexisten y se transforman. Con cada vez más eco, asistimos a la mezcla de los diferentes formatos posibles con el objeto de ser publicados en Internet, sin paso previo por los medios tradicionales. Internet es ese lugar en el que se puede jugar al periodismo documental, a medio camino entre la inmediatez de lo que sucede aquí y ahora, la historia en la que se sustentan y algunas de las causas que alimentan los lodos en los que casi siempre nadamos desde una libertad de espacios y enfoques mucho mayor que la de los medios de comunicación acostumbrados.
En Internet se puede profundizar en la historia, mostrar videos que no tienen suficiente duración para las pantallas de los festivales -y se merecen más de 500 espectadores a lo largo de un año- al mismo tiempo que son demasiado largos para la televisión y no son suficientemente amables o ligeros o interesantes para ser ofrecidos a un millón de personas. Historias que no "caducaron ayer" -como los redactores jefe gustan de calificar a lo que no van a publicar- que quizás ya han sido contadas (o no) y que no por eso dejan de ser menos actuales o necesarias.
Cada profesional debe elegir el modo en el que mejor se exprese para una cobertura concreta en un lugar y momento concretos. Muchas veces, la urgencia de las noticias diarias, la agenda marcada por la competencia entre empresas, la contaminación de periodistas que viajan, fotografían, filman y entrevistan en grupo o, simplemente el sensacionalismo y exclusivismo de quienes buscan simplemente llamar la atención, se llevan por delante la información y, sobre todo, la posibilidad de comprender un poco mejor a los seres humanos que la protagonizan, transmitiendo elementos críticos a quien la recibe y generando una mínima empatía con quienes viven realidades diferentes. Esa crónica de 700 palabras que debe ser enviada a las 8 de la tarde se lleva por delante gran parte de la realidad observada. La pieza de minuto medio con aguerrido locutor también. Cuando además, se trabaja en árabe y se depende de traducciones, es positivo poder escuchar y leer con calma todo lo grabado y anotado antes de seleccionar lo que se va a mostrar.
Fruto de casi un mes de trabajo sobre el terreno y aproximadamente otro mes de mesa y trabajo ante la máquina, ya de vuelta en casa, se publica ahora un conjunto de reportajes en texto y video de cara a las elecciones legislativas iraquíes. Y hemos decidido que puede prepararse la cobertura de unas elecciones centrándose precisamente -con el objetivo de sumar y completar- en aquellos aspectos de la realidad que los enviados especiales que escriben durante la semana previa no tienen tiempo de cubrir, ahora que ya no quedan corresponsales en Bagdad y se supone caro, peligroso o simplemente inútil regresar a Basora o Najaf. Porque para entender lo que sucederá en las próximas elecciones, también es importante conocer la cotidianeidad previa y permanente de los ciudadanos que votarán en las mismas, más allá de las partidas de mus entre formaciones políticas a escenificar a lo largo de un par de semanas de campaña electoral.
El periodismo documental apoyado por el ICIP es un formato de comunicación que no puede definirse más que como un privilegio. Tiempo y libertad para profundizar. Para pensar, madurar, traducir, editar y transmitir una parte de la realidad iraquí que no pretende ser noticia ni competir con ningún titular. Que cuesta. Tiempo y esfuerzo. Para ser generada y para leerse o verse. Porque informarse y comprender requiere también de la voluntad de quien está dispuesto a recibir y por tanto, a esforzarse. No es entretenimiento. Aprender no pasa necesariamente por divertirse. Información que no pretende, tampoco, llegar a demasiadas conclusiones. Que no trata de convencer a nadie de nada. Pero tampoco pretende disfrazarse de objetividad apegada a los hechos. No lo es. Todo trabajo proviene de una selección previa de lugares, momentos y personas. Porque se tiene una intención. Y en este caso se descubre antes de comenzar a publicarse. Abdallah, Thuwar, Ali o Zaid, protagonistas de las historias que se mostrarán, comparten algo.
Mis amigos, sí, amigos, no sólo personajes a citar, rechazan de plano la violencia y tratan de contribuir en su vida diaria a rebajar el nivel de odio, venganza, represalia y competencia armada por el poder que tanto les ha afectado, tanto a ellos como al resto de sus compatriotas. Nunca, ni en los peores momentos, abandonaron Irak, y hablan desde esa experiencia. Tratan de explicarle a un extranjero la situación que viven. Para que, a través del extranjero, quienes tengan curiosidad por comprender Irak dispongan de más instrumentos de los que tenían antes de comenzar a leer y visionar estas crónicas.
Nadie avanza por un país a ciegas. Al igual que en la mayoría de los casos el periodista extranjero que llega a Irak lo hace de la mano de un traductor que cobra por su trabajo, yo llego a Irak de la mano de un grupo de hombres y mujeres que me guían y traducen porque quieren transmitir sus puntos de vista y que le otorgan al extranjero en el Irak de 2009 el privilegio de dormir en sus casas, acompañarles a sus trabajos y pasear por sus calles. A cuerpo. Sin escoltas ni escondido y protegido tras las armas de los ejércitos.
Y tanto su trabajo como mi enfoque a la hora de tratar de compartirlo, ya de vuelta en casa, es difundido gracias a un encargo del ICIP en el marco de su programa de promoción de la paz. El periodismo siempre tiene intención y valores. En este caso, se explicitan: amplificar una voz, con intención informativa cuyo mensaje es, simplemente, de hartazgo frente a la violencia y reconciliación entre iraquíes. Algunos lo calificarán de activismo. Otros de propaganda. Es, simplemente, periodismo documental para Internet con encargo previo por parte de una entidad pública. Una nueva forma de trabajo que esperamos tenga eco no sólo en esta ocasión sino como apertura de una más de entre las nuevas formas de acercarse a la realidad que muchas personas reclaman en el marco del debate actual sobre el futuro de la información.