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[01/03/2005]Judit
Arnó, Oscar Alomar, Cristina Castañé, Jordi Riudavets y Rosa Gabarra.
Institut de Recerca i Tecnología Agroalimentàries (IRTA). Departament de
Protecció Vegetal. Carretera de Cabrils s/n, 08348 Cabrils, Barcelona.
e-mail:
judit.arno@irta.es
Uno de los retos importantes que la agricultura actual se plantea es disminuir el uso de insecticidas. El interés es múltiple, por un lado reducir el riesgo de que haya residuos en los alimentos, máxime cuando se consumen en fresco, como en el caso de numerosos productos hortícolas. Por otro, aumentar la seguridad laboral del agricultor, y finalmente, preservar el medio ambiente, respondiendo a la creciente preocupación de nuestra sociedad.
Una de las alternativas que existen para reducir la utilización de insecticidas es el uso del control biológico de plagas, es decir, la utilización de organismos vivos para combatir las plagas que afectan a los cultivos. El control biológico de plagas utiliza primordialmente parasitoides y depredadores. Los parasitoides son insectos que utilizan la plaga para reproducirse y en este proceso le causan la muerte. En cambio, los depredadores matan la plaga al capturarla para alimentarse. El control biológico es un componente esencial tanto en el control integrado de plagas como en la agricultura ecológica.
El equipo de Entomología del Departamento de Protección Vegetal del IRTA tiene más de 25 años de experiencia en el uso de agentes de control biológico en cultivos hortícolas, muy especialmente en tomate, como una alternativa realista para el control de plagas. El primer programa desarrollado se basaba, principalmente, en la introducción o inoculación del parasitoide Encarsia formosa para el control de la mosca blanca de los invernaderos, Trialeurodes vaporariorum, y en la conservación e inoculación de pequeñas dosis del parasitoide Diglyphus isaea para el control de los minadores de hoja, Liriomyza sp. Este programa se transfirió a los agricultores y comenzó a aplicarse exitosamente en parcelas comerciales hace más de 20 años gracias a la estrecha colaboración que se mantiene con las Asociaciones de Defensa Vegetal (ADV), cuyos técnicos proporcionan asesoramiento al agricultor para el correcto uso de estos programas o protocolos de trabajo. En la actualidad, E. formosa ya no se introduce en los invernaderos puesto que, a partir de los años 90, la naturalización de otra especie de Encarsia, E. pergandiella, que compite con E. formosa, hizo que el programa dejara de funcionar de forma eficaz.
En la actualidad, uno de los depredadores más utilizados en nuestra zona, al igual que en otras de la cuenca Mediterránea y del Norte de Europa, es el mírido depredador Macrolophus caliginosus. Este depredador polífago se alimenta de mosca blanca, trips, pulgón, huevos de lepidópteros y araña roja entre otras plagas. Pero además de plagas, también se alimenta de la planta sobre la que vive, esto es, tiene un régimen de alimentación zoofitofago, lo cual le permite sobrevivir en épocas de baja densidad de plagas. En Cataluña, la conservación de poblaciones autóctonas de míridos depredadores, que colonizan espontáneamente los cultivos cuando no se aplican tratamientos insecticidas de amplio espectro, se utiliza desde los años 80 como estrategia de control biológico en los campos de tomate al aire libre. Estos míridos depredadores, y especialmente M. caliginosus, se han mostrado muy efectivos y los agricultores aprecian mucho su presencia en los cultivos. Por esto, y a raíz de la aparición de E. pergandiella, se planteó la posibilidad de introducir M. caliginosus en los invernaderos, especialmente en aquellos donde se realizan cultivos muy tempranos. En estos cultivos, que se trasplantan a finales de invierno o principios de primavera, las colonizaciones espontáneas de depredadores son poco abundantes o se producen demasiado tarde para que el control de plagas sea efectivo. Esto nos llevó a elaborar un protocolo de introducciones de M. caliginosus cuya eficacia se ha ido contrastando con los técnicos de las ADV y es el que los agricultores aplican en la actualidad. Mientras, en los cultivos de exterior y en los cultivos bajo invernadero de otoño-invierno se sigue usando una estrategia únicamente conservativa. Por lo tanto, en algunos cultivos hay que introducir o inocular insectos auxiliares procedentes de crías comerciales que suministran algunas empresas especializadas y que el agricultor puede adquirir. Actualmente, existe una ADV en Cataluña que dispone de una cría comercial de M. caliginosus. Nuestro equipo ha colaborando en la puesta a punto y optimización de la cría del depredador aportando nuestra experiencia y conocimientos. Algunos de estos conocimientos son los resultados de proyectos de investigación financiados con fondos públicos en los que se han abordado temas de investigación básica sobre la biología reproductiva del mírido o bien la idoneidad de dietas artificiales para su cría.
La mayoría de estos programas de control de plagas se desarrollaron cuando la plaga principal de los cultivos hortícolas era T. vaporariorum. Sin embargo, Bemisia tabaci presente en Cataluña desde 1992, se ha extendido mucho en los últimos años tanto en cultivos hortícolas como en ornamentales, y ha ido adquiriendo un papel relevante principalmente por su papel de transmisor del virus de la cuchara o Tomato Yellow Leaf Curl Virus (TYLCV). En el marco de dos proyectos de investigación hemos evaluado las posibilidades de control de esta mosca blanca con M. caliginosus y con el parasitoide también autóctono, Eretmocerus mundus. Ambos enemigos naturales ejercen un buen control de B. tabaci y su eficacia depende tanto del momento en que se inician las inoculaciones como de las dosis utilizadas. Además, cuando coexisten T. vaporariorum y B. tabaci (una situación frecuente en el litoral mediterráneo español), se ha demostrado que la utilización de M. caliginosus es una estrategia eficiente que consigue un buen control de ambas plagas. En los próximos años, se continuará estudiando las posibilidades del control biológico de Bemisia centrándonos en el papel de otro mírido, Nesidiocoris tenuis, y en las interacciones que se establecen entre esta especie, M. caliginosus y E. mundus.
Los parasitoides y depredadores, que de forma genérica llamamos fauna útil, enemigos naturales o insectos auxiliares, son muy abundantes de forma natural en la cuenca mediterránea, tanto por lo que respecta a la variedad de especies encontradas como a la cantidad de las mismas. Todos ellos llegan espontáneamente a los cultivos cuando no se realizan tratamientos insecticidas de amplio espectro, y en algunas ocasiones, como es el caso del pulgón en tomate, pueden ser suficientes para conseguir el control de la plaga. La colonización del cultivo por la fauna útil autóctona puede favorecerse mediante la selección de la vegetación del entorno de los campos para facilitar a los enemigos naturales refugios donde invernar, alimentarse y reproducirse en las zonas agrícolas, optimizando y potenciando la fauna útil de una zona en beneficio del control biológico. Esta es otra de nuestras líneas de investigación actuales, que puede favorecer a todos los cultivos hortícolas pero especialmente a los que se realizan muy tempranos y a los de ciclo muy corto, como por ejemplo la lechuga, que por su duración dificultan la inoculación de enemigos naturales. En este cultivo, se ha evaluado la fauna útil que espontáneamente aparece asociada a ataques de pulgón, su plaga principal, y se ha observado que tanto los Orius como los sírfidos parecen ser unos depredadores muy interesantes cuya actividad cabría potenciar.
Previsiblemente, la utilización de los enemigos naturales para el control biológico de plagas irá en aumento a medida que el número de plaguicidas disponibles disminuya. En los últimos años, y debido a la creación del Registro Único Europeo de productos fitosanitarios se han retirado muchas materias activas del mercado y se prevé la retirada de otras en un futuro más o menos próximo. Por lo tanto, el control biológico será la única estrategia posible en algunos casos. Esto a la larga redundará en una protección fitosanitaria más tecnificada ya que el uso del control biológico es un poco más complejo que el del control químico, y requiere conocimientos y experiencia tanto por parte de los técnicos asesores como de los agricultores.
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